viernes, 20 de noviembre de 2009

Ovación


Miguel Llano, del diario El Comercio, a quien siempre agradeceremos su brillante trabajo periodístico en aras de la libertad de expresión y de la pluralidad de criterios y de contenidos, ajustó el acero al trapo y citó a Julio Hernando desde los medios del redondel dispuesto a hacer faena grande. Con destreza y valentía quiso someter al prelado en la panza de la muleta y cargar la suerte sobre la pierna contraria para no cortarle el viaje (sólo es una metáfora taurina), pero Julio Hernando lo apretó en las tablas con cuajo, nobleza, raza y bravura; humillando a chorros, como los toros encastados, y sin humillarse lo más mínimo. Así fue el mano a mano entre un redactor con oficio y un obispo con coraje, que llegó a Oviedo para hablar de Padrinos Asturianos y que, sobrado de dignidad, ni quiso volverle la cara al engaño ni pidió retirarse a los corrales con el socorrido “eso hoy no toca”.


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